Todas unidas como piñas, no compiten entre ellas sino que se apoyan para crecer. Las mariposas vuelan a su alrededor, símbolo de la transformación del alma de la mujer, de pasar a quererse a sí misma, a cuidarse, a valorarse.
El cerezo en flor
Una dama arropada por un manto rojo sangre, se presenta acompañada de una katana clavada en la tierra, representando la mujer que se mantiene alerta en la lucha por lo justo y por romper barreras. La rodea un cerezo en flor, símbolo sagrado del amor. Dama que portas paz y justicia, estrellas bañan tu aura. Madre de las libélulas, libera tus fuerzas sobre los que tus palabras escuchan, sobre los que tus ojos miran. Vivir el ahora, ese es tu mensaje.
El susurro de la libélula
Mujer de alma cultivada y alimentada por lo positivo, la bondad y la humildad. De espíritu libre, que deambula entre varios mundos, como la libélula lo hace entre el agua y la tierra. Hace mucho que sus ojos disfrutan del ahora. Colores azules y lilas, montañas que acogen un atardecer mientras la libélula susurra, con su mágico aleteo, el más profundo secreto de la felicidad: aceptar el ahora.
El beso de la mariposa
Madre e hija, bañadas por el agua, protegidas entre islas, inician el ritual que llevará a la ruptura de las cadenas que impiden que la niña se ame a sí misma. Lobos que vienen del pasado acechan, están ahí, deseando mujeres con cadenas. La mujer mariposa besa a su amada hija para trasmitirle todo los secretos sobre la trasformación del alma y la belleza del cambio. Mujer mariposa que portas lo etéreo, el arte y lo mágico y que de rojo pasión afrontas el conocimiento de tu más profundo interior, que con tu beso rompas estas rosas que atan y oprimen y recluye a los lobos en su árido abismo.
Larisa
Bajo un cielo estrellado una niña muy especial posa sin miedos y sin ataduras, con su vestido de fuego. Se enfrenta a sus sueños, pues no hay barrera que frene a su confianza en ella misma. Color lavanda y lila te rodean, el color de la mujer.
El amor de su madre nunca la abandonará
Madre e hija rodeadas de amapolas que sutilmente intentan que se detenga el tiempo y perdure para siempre el recuerdo de ese dulce momento. A pesar de lograr sus metas, que se simbolizan con las estrellas que su hija lleva en las manos, su madre la apoya, su madre la observa, su madre la ama.
El momento
Ninguna mira, ninguna posa. Viven su momento, ocupan su espacio como un todo, sin cadenas ni ataduras. Es ese lugar atemporal que nosotras buscamos para ser, sentir, latir.
La mujer del agua
Acostumbrada a vivir en tierra de piedras negras, cruzó el puente de los infiernos para rescatar su corazón, ahora baila al océano, aunque las heridas del alma duelan.
Las cerezas salvajes
Una mujer llena de vida, con corazón indomable, descansa sobre un tronco mientras remoja sus pies en el río de la vida. Solo a escondidas deja su fiereza y muestra su dulzura y seducción. La luna es su testigo, las libélulas sus hermanas y las estrellas su reto. Rojo sangre, ácida y dulce a la vez. Así como las cerezas es ella, cerezas salvajes que alimentan sus labios.
Por encima de todo
Una mujer cautivadora, con magia en su mirada, se asoma al mundo para regalar su luz no sólo a aquellos que saben que la necesitan, sino también a los que todavía no son conscientes de ello. Etérea, fuerte e impactante, guíanos con tu luz.
Los cuatro gatos grises
Esta japonesita atípica y acompañada por cuatro gatos grises está fuera de todo convencionalismo. Su pelo es rojo, sus ojos azules y su espíritu es una puerta abierta al mundo. El astro Sol, rojo, enciende la tierra y la cubre de pasión, embargando el corazón de los gatos y de la mujer. Esta japonesa es libre y fuerte, no necesita someterse a nada.
La poetisa
Colores pastel y verdes rodean a esta mujer, la esperanza y la dulzura extrema, como el olor del melocotón maduro cuando invade el atardecer de una noche de verano. Una mujer que irradia paz por sí misma, ya que siempre fue faro, escudo y puerta a su universo. Las palomas consuelan sus pensamientos. La pasión invade su espíritu. Con su vestido rojo y su flor en su negro cabello, ángeles custodian su universo y alejan al lobo de sus recuerdos.