Sentada y pensativa esta mujer juega con trozos de tela que une con todo su amor para componer un gran mosaico de vívidos estampados con el que se abstrae de su cotidianeidad. La viveza de los colores de la colcha refleja su forma de ver la vida: alegría, luz, calidez, sol… En este escenario también hay un cesto con ovillos de lana de tonos tierra, una máquina de coser… y un lobo que merodea a su alrededor. Es curioso cómo en este mundo que ella teje el lobo se hace chiquitito ganando protagonismo las libélulas y las mariposas, símbolos del vivir el ahora y de la transformación del ser. Más arriba de la luna están las cadenas, inalcanzables… por ahora.
Gracias a tu universo de trozos de tela y ovillos de lana eres capaz de irradiar amor, dulzura y fidelidad. Te quiero, costurera mía.