Sentada en su trono, rodeada de azules y violetas, en un paisaje otoñal, vigila sus tres corazones, el de su marido y el de sus dos hijas. Para ello cuenta con su paz interior, representada por la paloma, que perfuma su hogar y envuelve lo que ella más ama. La primavera de la vida de sus hijas ya pasó y ahora caminan solas. Eso no impide que, llegado el otoño, la reina de corazones se mantenga expectante porque conoce los avatares de la vida. La mariposa verde esperanza le recuerda cómo ella sola aprendió a quererse, a valorarse, le recuerda la transformación de su alma. Porque tú ya eres reina.